“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Con estas palabras comenzó y terminó su vida terrena Jesús. Sabiendo que el Padre, creador de todo, es bueno, se puso siempre en sus manos. Lo escuchaba, sin poner resistencia y sin echarse para atrás . Por eso, siendo Dios, no se aferró a su condición divina, sino que se hizo uno de nosotros para salvarnos del pecado y de la muerte , cumpliendo así la voluntad del Padre. Leer más...
PERIODICO DE LA DIOCESIS DE MATAMOROS