Judas salió del cenáculo. Tentado por el diablo, se cerró al amor. Rompió con Jesús y los demás. Se aisló en su egoísmo y se dejó llevar por la decepción, la ambición y la traición. Pero el diablo no ganó la partida ¡Al contrario! Dios siguió adelante con su plan: salvarnos con el poder del amor. Un amor sostenido en medio de traiciones, abandonos, envidias, chismes, injusticias y violencia.
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