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I. BENEDICTO XVI Y MEXICO

Vamos a ir compartiendo varios temas en relación de la visita del Papa a México. Este será el primer tema de 8 que publicaremos. Es un material que se puede difundir y compartir.

Comisión Episcopal para la Pastoral Profética

VEMOS

El Papa Benedicto XVI estará en nuestro país del 23 al 26 de marzo de 2012. ¿A qué viene? El mismo lo dijo el 12 de diciembre de 2011, en la Basílica de San Pedro: “Tengo la intención de emprender un Viaje apostólico antes de la santa Pascua a México y Cuba, para proclamar allí la Palabra de Cristo y se afiance la convicción de que éste es un tiempo precioso para evangelizar con una fe recia, una esperanza viva y una caridad ardiente”.

¿Qué esperamos de su visita? ¿Cuál ha sido su relación con nosotros? ¿Qué tanto nos conoce? ¿Qué nos ha dicho?

Antes de ser llamado por Dios para el delicado servicio de Sucesor de Pedro, estuvo en Guadalajara, en el año 1997, cuando aún era Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Vino a una reunión de obispos de toda América Latina, a quienes convocó para dialogar sobre los principales asuntos doctrinales que en ese momento eran de particular interés. Desde entonces no se detuvo en la ciudad de México, porque sus médicos no le permiten estar en lugares altos.

En el año 2005, recibió en Roma a todos los obispos de México, distribuidos en cuatro grupos geográficos, con ocasión de la Visita Ad limina, conforme a las provincias eclesiásticas como estaban antes de su modificación actual. A cada grupo le dirigió un importante discurso. En ese mismo año, al recibir las cartas credenciales del nuevo Embajador de México ante la Santa Sede, habló sobre la realidad del país, que conoce bien.

Ofrecemos algunas de sus palabras, que hemos de procurar reflexionar, para prepararnos espiritualmente a su visita y sea provechosa.

Al primer grupo de obispos, procedentes de las provincias de Chihuahua, Durango, Guadalajara y Hermosillo, les dijo:

PENSAMOS

Un país pluricultural en transición
“La nación mexicana ha surgido como encuentro de pueblos y culturas cuya fisonomía ha quedado marcada por la presencia viva de Jesucristo y la mediación de María, «Madre del Verdadero Dios por quien se vive». La riqueza del «Acontecimiento Guadalupano» unió en una realidad nueva a personas, historias y culturas diferentes, a través de las cuales México ha ido madurando su identidad y su misión.
Hoy México vive un proceso de transición caracterizado por la aparición de grupos que, a veces de manera más o menos ordenada, buscan nuevos espacios de participación y representación. Muchos de ellos propugnan con particular fuerza la reivindicación en favor de los pobres y de los excluidos del desarrollo, particularmente de los indígenas. Los profundos anhelos de consolidar una cultura y unas instituciones democráticas, económicas y sociales que reconozcan los derechos humanos y los valores culturales del pueblo, deben encontrar un eco y una respuesta iluminadora en la acción pastoral de la Iglesia.

Formación, en especial para jóvenes y familias
Se requiere una formación integral, que ayude a cada fiel a vivir el Evangelio en las diversas dimensiones de la vida. Esta formación es particularmente necesaria para los jóvenes que, al dejar de frecuentar la comunidad eclesial tras los sacramentos de iniciación, se encuentran ante una sociedad marcada por un creciente pluralismo cultural y religioso. Además, se enfrentan, a veces muy solos y como desorientados, a corrientes de pensamiento según las cuales, sin necesidad de Dios e incluso contra Dios, el hombre alcanza su plenitud a través del poder tecnológico, político y económico. Por eso se ve la necesidad de acompañar a los jóvenes y convocarlos con entusiasmo para que, integrados de nuevo en la comunidad eclesial, asuman el compromiso de transformar la sociedad como exigencia fundamental del seguimiento de Cristo.

Asimismo, las familias requieren un acompañamiento adecuado para poder descubrir y vivir su dimensión de «iglesia doméstica». El padre y la madre necesitan recibir una formación que les ayude a ser los ‘primeros evangelizadores’ de sus hijos; sólo así podrán realizarse como la primera escuela de la vida y de la fe. Pero el solo conocimiento de los contenidos de la fe no suple jamás la experiencia del encuentro personal con el Señor.

Coherencia y creatividad para evangelizar
La sociedad actual cuestiona y observa a la Iglesia, exigiendo coherencia e intrepidez en la fe. Signos visibles de credibilidad serán el testimonio de vida, la unidad de los creyentes, el servicio a los pobres y la incansable promoción de su dignidad. En la tarea evangelizadora hay que ser creativos, siempre en fidelidad a la Tradición de la Iglesia y de su magisterio. Poner el rostro de Cristo en el ambiente mediático requiere un serio esfuerzo formativo y apostólico que no puede postergarse, necesitando también para ello la aportación de todos”.

A otro grupo de obispos, de las provincias de Jalapa, México, Puebla y Tlalnepantla, les expresó:

Análisis de la realidad
“Tanto individualmente como de manera colegial realizáis un análisis constante de la sociedad mexicana, porque sois conscientes de que el ministerio episcopal os impulsa a valorar las realidades temporales para iluminarlas desde la fe. A este respecto, el Obispo contempla vigilante a los fieles y a toda la sociedad desde la perspectiva del Evangelio. Al escuchar "lo que el Espíritu dice a las Iglesias", sentís el deber de hacer un sereno discernimiento sobre las diversas circunstancias, las iniciativas o la pasividad, que lamentablemente afecta a veces al pueblo de Dios, sin descuidar tampoco los graves problemas y las aspiraciones más profundas de la sociedad.

Pastoral urbana
La vida urbana está marcada por la convivencia de múltiples culturas y costumbres de sus habitantes. En las grandes ciudades se encuentran importantes centros de la vida económica, universitaria y cultural, así como las instituciones políticas y legislativas, de donde irradian su influencia al resto de la nación. Al mismo tiempo, en ellas la vida es compleja por las diversas clases sociales a las que la pastoral diocesana debe atender sin discriminación, cuidando de manera prioritaria a quienes se encuentran en situación de gran pobreza, soledad o marginación. Todos estos grupos sociales forjan el rostro urbano y constituyen un continuo desafío para la tarea pastoral, cuya planificación debe atender también a los hermanos que emigran, cada vez en mayor número, del ambiente rural al urbano en busca de una vida más digna.

Sembrar esperanza
Os invito a proseguir sin desaliento en la función de enseñar y anunciar a los hombres el Evangelio de Cristo. El Obispo, al proponer la Palabra de Dios para iluminar la conciencia de los fieles, ha de hacerlo con un lenguaje y una forma apropiada a nuestro tiempo, que dé una respuesta a las dificultades y problemas que más oprimen y angustian a los hombres. En la sociedad actual, que da muestras tan visibles de secularismo, no debemos caer en el desánimo ni en la falta de entusiasmo en los proyectos pastorales.

Ante un panorama cambiante y complejo como el actual, la virtud de la esperanza está sometida a dura prueba en la comunidad de los creyentes. Por eso mismo hemos de ser apóstoles esperanzados, que confían con alegría en las promesas de Dios. Él nunca abandona a su pueblo, sino que lo llama a conversión para que su Reino se haga realidad.

Atención a los sacerdotes
Tenéis que dedicar los mejores desvelos y energías a los sacerdotes. Por eso os aliento a estar siempre cerca de cada uno, a mantener con ellos una relación de amistad sacerdotal, al estilo del Buen Pastor. Ayudadles a ser hombres de oración asidua, tanto en el silencio contemplativo que nos aleja del ruido y de la dispersión de las múltiples actividades, como en la celebración devota y diaria de la Eucaristía y de la Liturgia de las Horas, que la Iglesia les ha encomendado para bien de todo el Cuerpo de Cristo. La oración del sacerdote es una exigencia de su ministerio pastoral, porque para la comunidad es imprescindible el testimonio del sacerdote orante, que proclama la trascendencia y se sumerge en el misterio de Dios. Preocupaos por la situación particular de cada sacerdote animándolo a proseguir con gozo y esperanza por el camino de la santidad sacerdotal, ofreciéndole la ayuda que necesite y fomentando también la fraternidad entre ellos. Que a ninguno le falten los medios necesarios para vivir dignamente su sublime vocación y ministerio. Cuidad también con particular esmero la formación de los seminaristas y promoved con entusiasmo la pastoral vocacional”.

Esta es una selección de sus mensajes. Por ellos, podemos deducir que está bien informado de nuestra realidad. El Espíritu Santo le ilumina y sus asesores le ayudan para que su palabra sea siempre oportuna. Dispongamos nuestro corazón para escucharle ahora que nos visitará, sin distraernos en detalles secundarios. Oremos por él, para que su presencia en nuestro país sea una evangelización que nos lleve a “una fe recia, una esperanza viva y una caridad ardiente”.

ACTUAMOS

Las palabras que el Papa ha dicho a nuestros obispos reflejan un conocimiento claro de nuestra patria, pero a la vez un amor a nuestra patria y una grande preocupación. ¿Qué compromiso sentimos nosotros por nuestra patria? A qué nos comprometen las palabras del Papa?

CELEBRAMOS

(Hacer juntos la siguiente oración)

ORACION A NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE
(compuesta por el Papa Benedicto XVI)

Virgen María de Guadalupe,
Madre del verdadero Dios por quien se vive.
En San Juan Diego, el más pequeño de tus hijos,
tú dices hoy a los pueblos de América Latina:
“¿No estoy yo aquí que soy tu Madre?
¿No estás bajo mi sombra?
¿No estás por ventura en mi regazo?”

Por eso nosotros, con profundo agradecimiento,
reconocemos a través de los siglos
todas las muestras de tu amor maternal,
tu constante auxilio, compasión y defensa
de los moradores de nuestras tierras,
de los pobres y sencillos de corazón.

Con esta certeza filial, acudimos a ti, para pedirte que,
así como ayer, vuelvas a darnos a tu Divino Hijo,
porque sólo en el encuentro con El
se renueva la existencia personal y se abre el camino
para la edificación de una sociedad justa y fraterna.

A ti, “Misionera celeste del nuevo mundo”,
que eres el rostro mestizo de América Latina
y luminosamente manifiestas
su identidad, unidad y originalidad,
confiamos el destino de nuestros pueblos.

A ti, Pedagoga del Evangelio de Cristo,
Estrella de la nueva evangelización,
consagramos la labor misionera del pueblo de Dios
peregrino en América Latina.

¡Oh Dulce Señora!,
¡Oh Madre nuestra!,
¡Oh siempre Virgen María!
¡Tu presencia nos hace hermanos!
Acoge con amor esta súplica de tus hijos
y bendice esta amada tierra tuya
con los dones de la reconciliación y la paz. Amén.

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