Cientos de feligreses se reunieron dentro y fuera de la Parroquia de San Roberto Belarmino para despedir al Padre Marco Antonio. Con fuertes campanadas el Padre Marco fue recibido en su parroquia, donde mediante cantos, alabanzas y aplausos fue acogido por su pueblo. El desconsuelo se reflejaba en los rostros de los feligreses del templo, que a las 7 pm del día 3 de julio participaron en la Santa Misa.
El Padre Marco era originario de Monterrey, Nuevo León, tenía 48 años. Hijo de una numerosa familia, él era el más pequeño. Ordenado sacerdote en la Catedral matamorense en el año 2000. Sirvió a la Diócesis como Apoderado legal, Vicecanciller en el gobierno diocesano, Rector de Templo y Administrador parroquial.
Un padre con gran carisma
Su vocación por servir, carisma y palabras de reflexión eran, entre muchas cualidades vistas en el hermano, amigo y sacerdote, quien por aproximadamente siete años sirvió a los fieles de la colonia Portes Gil. En cada Eucaristía el padre Marco impregnaba con su sello personal a todo acto litúrgico, dijeron algunos congregantes. "Él era muy alegre, siempre estaba de buen humor y siempre apoyaba las buenas causas, amaba a su pueblo que siempre lo siguió hasta el día de hoy, una persona excelente que como amigo siempre tendió su mano al más necesitado", dijo una mujer mientras lloraba. "Él sabía cómo dirigirse a cada persona, por ejemplo con los jóvenes siempre se dedicó a hablarles sobre los valores y la familia" expresó otro feligrés. Descanse en paz, Padre Macro.
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