Sem. Francisco Javier Fernández Jasso
Hay que reconocer que el impulso dado por el Concilio Vaticano II (1965) a la liturgia, ha sido tal que especialmente, el canto del pueblo se ha hecho más participativo en las celebraciones. Se recordará que antes del Concilio las misas eran de espaldas al pueblo, por ejemplo; después del Concilio son ahora con participación del pueblo y frente al pueblo; antes del Concilio, en las Misas sólo era exclusivo el uso del canto gregoriano, después del Concilio, no queda en desuso el canto gregoriano, pero se permite el uso del canto religioso popular o piadoso. Dentro de la liturgia, el coro es un elemento importante y tiene una participación especial, ya que le corresponde enriquecer el canto del pueblo, crear espacios de silencio que ayuden a la contemplación, dar un tinte propio a las Misas y celebraciones dentro de todo el año litúrgico y animar el canto de la asamblea congregada.
Hablemos un poco más de cada una de estas funciones. Primero, el coro también participa de la celebración eucarística, no debe sentirse como un grupo que ofrece un servicio y nada más. En este sentido, su primera función es enriquecer el canto que el pueblo eleva a Dios Padre en la misa. El pueblo por sí solo no podrá variar la letra de los cantos y las melodías, el coro en este aspecto es una guía, sin embargo, deberá interpretar cantos fáciles y sencillos de cantar para la asamblea.
La segunda función sería, crear espacios de silencio que faciliten la contemplación del misterio celebrado. Es necesario por ejemplo, que cuando se cante el canto de entrada no se alargue más allá de la procesión del celebrante, o cuando el pueblo pasa a recibir la comunión, el canto de comunión no se alargue tanto que el celebrante tenga que estar esperando a que termine el coro. Otra función del coro es la de dar una especial variedad a las misas en el transcurso del año litúrgico. En muchos lugares se canta casi siempre lo mismo; no hay melodías apropiadas a los tiempos litúrgicos ni tampoco hay cantos que correspondan al misterio celebrado. Es necesario adaptar cantos para cuaresma, pascua, navidad, etc. Es todo un reto para los coros, contribuir a que las celebraciones recobren su brillo especial mediante cantos apropiados a cada celebración. Por último, si se desea iniciar, guiar y educar a la asamblea en el canto, la presencia del coro es indispensable. El coro debe animar el canto del pueblo con la finalidad de que todo el pueblo participe en el mismo.
Un coro bien formado musical y litúrgicamente, ayudará mucho a la animación del pueblo en la Misa.
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