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Custodiando los hijos del Rey

Teresa de Jesús Herrera de Castillo
Colaboradora EM

Es generalizada y hasta inconsciente la apropiación casi irracional de los padres hacia los hijos; los padres se “realizan o frustran en la vida de sus hijos”. Es bien sabido, a través del Catecismo de la Iglesia Católica, que el sacramento del bautismo nos hace hijos adoptivos de Dios; es bueno recordar que gozamos de la paternidad de un Dios que además es Rey. Los invito a detenernos y pensar como esa realeza nos puede ayudar a ser mejores padres.

Cuántas veces en la vida como padres de familia nos preguntamos: ¿estoy haciendo lo correcto con mis hijos? ¿Es esto lo mejor para ellos? La mayoría de las veces concluimos: “Nadie nos enseña a ser padres”. Una respuesta ya muy trillada. Sabemos que al transcurrir el tiempo vamos tomando experiencia y no hacemos lo mismo con el primer hijo que con el segundo y así sucesivamente con los demás. Hay algunas personas que se desaniman con el primer intento de ser padres; otras personas creen con el segundo haber aprendido suficiente, y usan como pretexto la educación, alimentación, tiempo, armonía e incluso muchas veces se atreven a decir que no pueden dar suficiente amor. Sin embargo, lo que se percibe es un abatimiento por la carga que implica el ser padres.

Por el contrario, debemos tener la confianza de que nuestros hijos no sólo viene con el pan de cada día, sino con la dotación de amor que necesitan ellos y nosotros como padres. Seamos conscientes de que cada hijo es el camino a la santidad que Dios tiene considerado para nosotros. Confiemos en que DIOS  no sólo engendra la vida sino que es el amor florecido en cada soplo de esa vida. Es indispensable tomar en cuenta a Dios si queremos ser Padres. Es Él quien te elige para esta misión y por lo tanto te da la gracia necesaria para ejercerla. Recuerda que el amor de Dios habita en cada corazón, sólo tienes que volverlo a Él, esto significa dentro de este contexto una sola cosa: antes que tus hijos, son de Él.

Este principio es básico si quieres que tu paternidad tenga éxito; mantén siempre en tu mente y en tu corazón la dignidad y confianza que se te ha encomendado al educar, formar y disciplinar a los hijos del Rey. Ten la seguridad que ese mismo Rey no dudará en acompañarte poniendo a tu disposición cuanto necesiten tú y tus hijos. Como padres debemos tener claro que somos los custodios de los hijos de Dios y la dignidad y realeza de ellos no merece más que nuestro continuo esfuerzo.

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