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Liturgia de las Horas

La oración de la Iglesia
Pbro. Lic. Martín Amaya Hernández

Aceptando la invitación del periódico “El Mensajero”, me he decidido a escribir algunas ideas que puedan iluminar la vida de los fieles católicos de esta Iglesia Local, la temática propuesta es libre y continuada, que vaya de acuerdo a la profundización del estudio personal realizado en los últimos tres años pasados de mi vida, en donde tuve la oportunidad de estudiar la Sagrada Liturgia, en el Pontificio Instituto Litúrgico de San Anselmo, en Roma Italia.
Considero que un buen tema a tratar es la “liturgia de las horas”, que es un modelo de la oración de la Iglesia en donde el clero, los religiosos y los laicos como pueblo de Dios se comprometen a cumplir el mandato del Señor de “orar sin interrupción” porque todos somos llamados a formar la Ecclesia orans.
El “Oficio Divino”, nombre que se le da a la celebración de la oración de la Iglesia coordinada con las horas del día. La palabra officcium  era aplicada a todo acto de culto a lo que hoy llamamos liturgia. El nombre de “Oficio divino” fue impuesto por Regula Monasteriorum (la regla de los monasterios) a lo que San Benito llama: Opus Dei, que era la oración coral de la comunidad monástica. Esta noción de servicio cultual a Dios es aquella que ofrece el título de Oficio Divino, que prevalece sobre los otros nombres tales como salmodia, oración coral, celebración de alabanza. El nuevo libro para la celebración del Oficio Divino, fruto de la reforma litúrgica del Vaticano II toma ahora el nombre de Officium Divinum, pero introduce  el nuevo título de “liturgia de las horas”.
La Liturgia de las Horas tiene como ideal introducirnos en la oración cristiana, en la que podemos tomar parte del diálogo que se realiza entre Cristo y el Padre y además, termina en la ofrenda del sacrificio pascual de su cuerpo y de su sangre, en una doble dimensión, como glorificación de Dios y santificación de los hombres. Esta celebración conduce al cristiano a una participación progresiva del misterio salvífico de Cristo por medio de la oración sin olvidar que es una oración programada por la Iglesia, que debe ser realizada con nuestra aportación.
La Iglesia se ha encargado de elaborar los esquemas y los repertorios litúrgicos del Oficio Divino considerando que el único modo posible de cumplir el mandato del Señor es procurar el esfuerzo para que toda la vida del cristiano se transforme en una oración prolongada.
Los tiempos que son expresamente dedicados a la oración sirven para fomentar, consolidar y enriquecer el ámbito de una oración constante, que nos ayuda a comprender y ver mejor el alto que realizamos en el ritmo de la vida; pausa que nos permite pasar del estrecho momento en el que vivimos a la amplia panorámica de la historia de salvación, es decir el pequeño devenir de nuestra existencia, limitado al tiempo y al espacio y entrar en la inmensidad de Dios, en donde nos unimos a la Iglesia celestial. Además de que nos ayuda a ver como la oración de la Iglesia se caracteriza por el hecho de ser representativa; La comunidad orante, ya sea grande o pequeña es signo del pueblo de Dios y en ella actúa la potencia de la intercesión que Dios tiene concedida colectivamente a su Iglesia, ejercitando en este modo uno de los dones espirituales del sacerdocio de los fieles, es decir cuando los cristianos rezan la liturgia de las horas ponen en práctica el sacerdocio que recibieron en el bautismo, con todo el poder de interceder por sus hermanos, ofreciendo el “sacrificio de alabanza” al Padre en nombre de Jesucristo.
Por esto la recitación del Oficio Divino ha sido establecido como delegación de la Iglesia a aquellos cristianos que por vocación asumen un especial empeño en el desarrollo del Reino de Dios, cumpliendo el mandato del Señor de: “orar sin interrupción”. No sólo se cumple con la necesidad personal del cristiano, sino que constituye en el mismo tiempo el cumplimiento de una misión para el bien de la comunidad. La liturgia de las horas, constituye, junto con los sacramentos y el año litúrgico el tercer grande campo del culto de la Iglesia a lo que le llamamos liturgia.

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