Pbro. Antonio Alvarez Rivera
Poco antes de su martirio, José Sánchez del Río, el joven mártir de Sahuayo, Michoacán, escribió una carta a su mamá y le dijo: "mamá, nunca antes ha sido tan fácil ganarse el cielo". Se refería al martirio que iba a sufrir con valentía.
Y yo digo lo mismo: nunca ha sido tan fácil ganarse el cielo. En nuestro caso, por el camino de la caridad y de la misericordia. Dice Jesús: "lo que hagas por uno de mis hermanos más desprotegidos, a mi me lo haces" (Mt. 25,40). Providencialmente nos ha tocado trabajar y evangelizar aquí en la frontera norte de Tamaulipas en condiciones muy adversas.
Todos los días llegan más migrantes pensando en un futuro mejor y muchos son víctimas de personas son escrúpulos y sufren humillaciones, secuestros, torturas y abusos.
Nosotros conocemos sus sufrimientos y sus penas y como discípulos y misioneros de Cristo, no podemos quedarnos con los brazos cruzados. San Pablo nos dice: "no se dejen vencer por el mal" (Rom. 12,21).
Por los pasados 18 años y por la misericordia de Dios hemos podido servir y acoger migrantes y personas en desventaja. No podemos hospedar a todos, pero podemos hospedar a algunos. No podemos alimentar a todos, pero podemos hacerlo con algunos. Dios no mira los números, Dios mira el amor con que servimos. Nunca antes ha sido tan fácil ganarse el cielo. Sólo tomar en serio la Palabra de Dios y ser solidarios con nuestros hermanos migrantes y con todos los que sufren.
Dice Jesús: "Porque fui forastero y me recibiste en tu casa" (Mt. 25,40). En una ocasión mientras hacía oración ante el Sagrario le pedí a Jesús: dame un corazón como el tuyo, donde quepan todos mis hermanos del mundo. Y ahora, cada día le digo: aquí estoy Señor, para hacer tu voluntad.
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