El acontecimiento más grande para los cristianos sucedió hace dos mil años. El Hijo de Dios por medio de María, tomó nuestra condición humana, se hace todo semejante a nosotros, menos en el pecado, para llevarnos a intimar con Dios. Un acontecimiento que provocó la alegría de los ángeles, en los pastores y en los sabios de oriente, pero que también incomodó a Herodes y a los poderosos (Lc 1, 26-38).
Jesús sigue hoy provocando alegría en el que está ávido de esperanza. Pero también incomodidad en el que no permite que le toquen su vida, porque no necesita de nada ni de nadie, mientras no esté en peligro de muerte.
1. María es la humilde mujer. En quien podemos ver la respuesta generosa del que vive de la fe. Dios elige la sencillez y la pobreza para quedarse con la humanidad, para desde allí saludarla. Todos somos necesitaos de Dios.
2. No temas. Esta expresión es la más clara recomendación de Dios al hombre. El ángel se lo dice a María para quitar cualquier duda que pudiera aparecer. No temas, es el consejo divino y amigable que Dios te dirige hoy a ti a pesar de tu difícil situación.
3. ¿Cómo puede ser esto? Ante lo ilógico que nos demanda la razón, entra la fe, con la cual no argumentamos sino que simplemente nos confiamos y abandonamos. Ante los momentos críticos o sucesos que nos han dejado una profunda herida, no podemos atenernos a que el tiempo nos cure; es necesario confiarnos totalmente a Dios.
4. Hágase en mí. María acepta con responsabilidad su misión sin regateos. Hoy más que nunca se nos exige ese sí que cambie nuestra propia historia, como el sí de María que cambió el rumbo de la humanidad, dándonos la oportunidad de tener un Dios accesible.
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