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No dejo de pensar en el hecho de que, según el censo oficial de 2010, muchas personas dejaron de ser católicas: unas optaron por el protestantismo; otras decidieron alejarse de toda práctica religiosa. Algo semejante ha pasado en denominaciones protestantes: varios de sus miembros dejaron una confesión y se pasaron a otra, o se separaron y fundaron otra, o quedaron indiferentes y sin religión explícita. Unos se cambian porque no reciben el trato que desearían tanto, en el catolicismo como en el protestantismo; otros se decepcionan por nuestras deficiencias; la mayoría porque les ha engullido el medio ambiente secularista y materialista.
Desde abril de 1988, el episcopado mexicano, en su asamblea realizada en el Seminario de Toluca, donde en ese tiempo yo era rector, analizó el tema e hizo una declaración titulada: “La Iglesia ante los nuevos grupos religiosos”. Hace 23 años ya preocupaba el asunto y tanto su análisis como sus propuestas pastorales siguen siendo válidas. De igual modo, lo que dijimos en Aparecida, es digno de tener en cuenta (Nos. 225-226).
Unos exvecinos, a quienes con frecuencia oíamos pelear y excederse en bebidas, dicen que su vida ha cambiado, porque se hicieron protestantes. Ciertamente no eran católicos practicantes, ni instruidos en su fe, sino todo lo contrario. Pero ¡qué bueno que todo cambió! Esto nos alegra mucho. ¿Por qué algunos católicos no cambian?
JUZGAR
Dice el documento del episcopado mexicano: “La presencia de nuevos grupos religiosos que proliferan y se desarrollan en nuestra patria, no es exclusivo de México, ni algo que tan sólo afecte a la Iglesia Católica. Es un fenómeno mundial”.
Señalan como causas externas: “El patrocinio de grupos e instituciones, tanto extranjeras como del país, movidas a veces por fines económicos, políticos e ideológicos… Múltiples carencias de todo tipo, que propician angustias e inseguridad en nuestro pueblo, ocasión que aprovechan los nuevos grupos religiosos ofreciendo satisfactores y ayudas. Los medios de comunicación social, con patrones de conducta ajenos muchas veces a la cultura de nuestro pueblo en sus raíces católicas”.
Lo más preocupante son los “elementos causales desde el interior mismo de la Iglesia: Una insuficiente instrucción religiosa de gran parte de nuestro pueblo, la cual conduce a la ignorancia de la fe; por lo que una porción del Pueblo de Dios queda indefensa ante la acción proselitista. El abandono en que se encuentran algunas comunidades, sobre todo en regiones rurales y suburbanas. Un ecumenismo llevado a la práctica en forma equivocada o ingenua. Un ansia de contacto con la Palabra de Dios, que impulsa a muchos a satisfacerla en el fundamentalismo. La insuficiencia de agentes de pastoral. Un laicado que no ha sido suficientemente incorporado a la tarea evangelizadora. Deficiencias de los agentes de pastoral en su testimonio cristiano y en su trato con la gente. Atención personal que parece inadecuada. Algunos métodos pastorales que no logran una relación personal desmasificante. La necesidad que tiene el pueblo de una auténtica experiencia de Dios y de una liturgia viva y participativa, que a veces no se encuentra en el culto, tal como lo celebramos”.
ACTUAR
¿Qué se propone? “Partir siempre de la realidad, asumiendo las angustias y esperanzas de nuestro pueblo y promoviendo una auténtica piedad popular, que satisfaga su hambre de Dios y su ansia de espiritualidad. Insistir en los contenidos esenciales de nuestra fe católica. Promover la participación de todos en la tarea evangelizadora, con especial atención a los laicos, destacando la importancia de la familia y el papel de la mujer en esta tarea. Renovar la parroquia como comunidad. Cultivar pequeñas comunidades eclesiales, donde todos y cada uno experimenten cercanía y fraternidad. No dejarse desalentar, frente al grave problema de las divisiones; se trata de un problema que siempre ha acompañado a la Iglesia (cf 1 Cor 1,11-13). Seguir adelante con ánimo. Si en el pasado la Iglesia logró superar tantas dificultades, lo mismo sucederá ahora”.
+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas
No dejo de pensar en el hecho de que, según el censo oficial de 2010, muchas personas dejaron de ser católicas: unas optaron por el protestantismo; otras decidieron alejarse de toda práctica religiosa. Algo semejante ha pasado en denominaciones protestantes: varios de sus miembros dejaron una confesión y se pasaron a otra, o se separaron y fundaron otra, o quedaron indiferentes y sin religión explícita. Unos se cambian porque no reciben el trato que desearían tanto, en el catolicismo como en el protestantismo; otros se decepcionan por nuestras deficiencias; la mayoría porque les ha engullido el medio ambiente secularista y materialista.
Desde abril de 1988, el episcopado mexicano, en su asamblea realizada en el Seminario de Toluca, donde en ese tiempo yo era rector, analizó el tema e hizo una declaración titulada: “La Iglesia ante los nuevos grupos religiosos”. Hace 23 años ya preocupaba el asunto y tanto su análisis como sus propuestas pastorales siguen siendo válidas. De igual modo, lo que dijimos en Aparecida, es digno de tener en cuenta (Nos. 225-226).
Unos exvecinos, a quienes con frecuencia oíamos pelear y excederse en bebidas, dicen que su vida ha cambiado, porque se hicieron protestantes. Ciertamente no eran católicos practicantes, ni instruidos en su fe, sino todo lo contrario. Pero ¡qué bueno que todo cambió! Esto nos alegra mucho. ¿Por qué algunos católicos no cambian?
JUZGAR
Dice el documento del episcopado mexicano: “La presencia de nuevos grupos religiosos que proliferan y se desarrollan en nuestra patria, no es exclusivo de México, ni algo que tan sólo afecte a la Iglesia Católica. Es un fenómeno mundial”.
Señalan como causas externas: “El patrocinio de grupos e instituciones, tanto extranjeras como del país, movidas a veces por fines económicos, políticos e ideológicos… Múltiples carencias de todo tipo, que propician angustias e inseguridad en nuestro pueblo, ocasión que aprovechan los nuevos grupos religiosos ofreciendo satisfactores y ayudas. Los medios de comunicación social, con patrones de conducta ajenos muchas veces a la cultura de nuestro pueblo en sus raíces católicas”.
Lo más preocupante son los “elementos causales desde el interior mismo de la Iglesia: Una insuficiente instrucción religiosa de gran parte de nuestro pueblo, la cual conduce a la ignorancia de la fe; por lo que una porción del Pueblo de Dios queda indefensa ante la acción proselitista. El abandono en que se encuentran algunas comunidades, sobre todo en regiones rurales y suburbanas. Un ecumenismo llevado a la práctica en forma equivocada o ingenua. Un ansia de contacto con la Palabra de Dios, que impulsa a muchos a satisfacerla en el fundamentalismo. La insuficiencia de agentes de pastoral. Un laicado que no ha sido suficientemente incorporado a la tarea evangelizadora. Deficiencias de los agentes de pastoral en su testimonio cristiano y en su trato con la gente. Atención personal que parece inadecuada. Algunos métodos pastorales que no logran una relación personal desmasificante. La necesidad que tiene el pueblo de una auténtica experiencia de Dios y de una liturgia viva y participativa, que a veces no se encuentra en el culto, tal como lo celebramos”.
ACTUAR
¿Qué se propone? “Partir siempre de la realidad, asumiendo las angustias y esperanzas de nuestro pueblo y promoviendo una auténtica piedad popular, que satisfaga su hambre de Dios y su ansia de espiritualidad. Insistir en los contenidos esenciales de nuestra fe católica. Promover la participación de todos en la tarea evangelizadora, con especial atención a los laicos, destacando la importancia de la familia y el papel de la mujer en esta tarea. Renovar la parroquia como comunidad. Cultivar pequeñas comunidades eclesiales, donde todos y cada uno experimenten cercanía y fraternidad. No dejarse desalentar, frente al grave problema de las divisiones; se trata de un problema que siempre ha acompañado a la Iglesia (cf 1 Cor 1,11-13). Seguir adelante con ánimo. Si en el pasado la Iglesia logró superar tantas dificultades, lo mismo sucederá ahora”.
+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas
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